Pueden dividirse en males: Materiales, Espirituales y mentales
Males Materiales
En ellos están incluidos todos los problemas relacionados con nuestra vida en la tierra, entre ellos los problemas de salud y también los de relación con nuestros semejantes y los de índole puramente material como: la insolvencia económica, la falta de trabajo, etc; que perturban y menoscaban nuestra felicidad.
Males Espirituales
Son los que provienen directamente de nuestros defectos y vicios. Por ejemplo una persona celosa o envidiosa sufre una verdadera agonía en vida por cuestiones que muchas veces son solo fantasías y estos sufrimientos son causados principalmente por sus defectos.
La obsesión es sin duda la raíz de todo problema espiritual y es la causa de enormes aflicciones para el ser humano.
La angustia existencial, es un profundo malestar espiritual, es la sensación de vacío que produce la existencia. Es el sentimiento de que la vida no tiene sentido. Esto produce un gran dolor espiritual, que a veces puede conducir incluso al suicidio. Quien ve las circunstancias desde afuera, no puede comprender cómo algunas personas que parecen tenerlo todo, son tan infelices y no le encuentran atractivo a la vida y son víctimas de la angustia existencial. Esta es causada por el desconocimiento de las verdades espirituales esenciales.
La angustia existencial, es un profundo malestar espiritual y se puede definir como la sensación de vacío que produce la existencia, como si la vida no tuviera sentido, esto produce un gran dolor espiritual, que a veces puede conducir incluso al suicidio. Quien ve las circunstancias desde afuera, no puede comprender cómo algunas personas que parecen tenerlo todo, son tan infelices y no le encuentran atractivo a la vida y son víctimas de la angustia existencial.
Males mentales
Nuestra mente es muy poderosa, puede sanar y puede enfermar el cuerpo. Es conocida la utilización de placebos por parte de los médicos. Pueden dar un medicamento al paciente asegurándole que es maravilloso y que con eso se van a curar, suministrándole luego una pastilla totalmente inocua. Lo sorprendente es que ¡causa el efecto que el paciente esperaba!. Es evidente que no fue el medicamento lo que curó a la persona de sus síntomas, ya que no tenía ninguna droga específica. ¿Qué fue entonces? Pues simplemente el convencimiento de la persona de que ese tratamiento lo iba a curar. ¡Todo lo produjo el poder de su propia mente!.
El problema se presenta cuando la mente se convence de algo negativo, cuando adquiere alguna fobia, o algún nefasto mecanismo para lidiar con determinado problema. Así se aloja, en la mente, el convencimiento de que no se puede cambiar esa circunstancia. Y ese convencimiento es tan poderoso, que la persona lo arrastra aún después de su desencarnación. Es común el espectáculo de espíritus que están convencidos que tienen determinada deformidad o enfermedad y sufren todos padecimientos como si tuvieran el cuerpo. Por ello la limpieza de nuestros hábitos mentales es tan importante como la limpieza de nuestro cuerpo.